martes, junio 07, 2011

Charlando con el coronel


Charlando con el coronel
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2010

-No entiendo cómo puede seguir viviendo aquí, coronel.

-Qué no entiendes. Llevo toda la vida viviendo aquí, ha sido el único sitio fijo que he tenido de todos por los que he pasado. Los jóvenes como tú tenéis ese problema. Nunca habéis vivido la disciplina. Nunca habéis buscado raíces. Os lo dieron todo hecho y ahora no sois más que una panda de desarraigados, desagradecidos, que nunca valoraron la facilidad de su vida.

-Es por esa amabilidad característica suya por lo que no habla ya con su hijo. ¿Nunca lo ha pensado?

-No me hables de él. Él nunca escucha. Tú serás un desgraciado pero al menos me escuchas.

-Le escucho pero no le hago caso, coronel. Lo sabe usted bien. No se puede uno pasar la vida juzgando a los demás de acuerdo con los estándares de tiempos ya pasados.

-Lo que no se puede es vivir sin un credo, sin una base, sin estabilidad, sin un anclaje familiar. Al menos yo sé dónde estoy, quién soy y cuál es mi lugar en este mundo. Esta casa, antigua y olvidada, como yo. Mi tiempo ya pasó y sólo queda esperar el frío abrazo de la muerte. Tú, sin embargo, desperdicias tu vida completamente. Estás completamente perdido, sólo vives por el sabor del alcohol y el abrazo de cualquier mujer que se cruce en tu camino. Y para colmo, ni siquiera eres capaz de amarlas como es debido. Te amas demasiado a ti mismo, a tu independencia.

-Las cosas no siempre son lo que parecen,coronel. No tengo esa garantía de estar siempre en lo cierto y que el resto del mundo se equivoque, se tenga que adaptar a mi visión.

-Bah, déjame. Soy viejo, juzgar al mundo con mis ojos es todo lo que me queda. He vivido lo que tenía, he tenido a mi familia y, aunque sólo me quede un hijo que ni siquiera quiere verme y el recuerdo de una esposa que me amó y respetó tanto como yo a ella, sé que mi hijo será un buen hombre.

-Tal vez debería decirle eso a él. Antes de que se acabe su tiempo.

-Si se lo dijera, se lo creería. Se acomodaría.

-Y si no se lo dice, cargará con la culpabilidad de no haber cumplido con las expectativas de su padre durante toda su vida.

-Todos tenemos nuestra cruz.

-Como usted diga, coronel. Yo por mi parte, tengo que marcharme ya. Me espera el sabor del alcohol y el abrazo de la primera mujer que me cruce. Siempre que no sea esa enfermera de la verruga.

-Lárgate ya, maldito.

1 comentario:

Nando GM dijo...

Escrito alguna tarde entre septiembre y diciembre de 2010.