domingo, julio 29, 2007

De sueños lúcidos

Tengo que hablarte de los sueños lúcidos, esos en los que volamos por nubes del color del viento. Noche tras noche te llevaba en volandas por caminos de espuma rubia y humo gris. Consciente pero inconsciente, negándome a mí mismo la posibilidad de realidad del sueño, alcanzándote sólo en mis secuencias oníricas para no someterme al descontrol de la realidad.

Allí, en los vastos dominios de Morfeo, siempre podía trabajar con él y tejer una telaraña hacia tí, pero ninguno de mis viajes como onironauta puede ser ni remotamente parecido al suave vaivén del barco de nubes en el que me llevas ahora. Ahora sé que Morfeo me ayudó tejiendo una red en tus sueños hacia mí.

Y pensar que me colé por tu cabeza tanto como tú en la mía, que tus ojos me buscaban con el mismo ansia que hay en mí, con ese anhelo de saborearnos. Aún sigo creyendo que no ha sido más que otro sueño lúcido, pero ningún sueño me dejaría el recuerdo del fuego que sentí cuando decidiste hacer realidad la sed de mis visiones de siesta incompleta.

Y ahora no queda sino esperar a verte de nuevo y comprobar que fué real y no un sueño...