lunes, agosto 13, 2007

Any Random Story - Part V: The Beginning

’Buenos días señor.’

Nunca me he alegrado tanto de escuchar aquellas palabras. En mi cabeza, su significado adquiría una solidez superior a la de mi propio cerebro, haciendo que poco a poco éste se me saliese por las orejas. Volvía a ser yo, lo notaba. O más bien no lo notaba. No notaba nada. Vegetal, de nuevo. Mi cuerpo se quedó parado ahí mientras desde fuera observaba a la enfermera comprobar la cuña. No, parece que aún no he cagado. Suertuda.

La enfermera echó un vistazo al monitor. Encefalograma plano, ‘Flatline’ me había bautizado el médico. Tantos años sin moverme de esa cama, observando mi cuerpo desde fuera y con la absoluta libertad de vagar por cualquier lado. Y pensar que hasta hace dos semanas maldecía mi situación. El monótono y exasperante sonido de la voz de la enfermera mientras recitaba las nimiedades de su aburrida vida familiar sonaba como el cántico de un coro celestial aleatorio.

Y todo por culpa de ese maldito ángel caído. Menos mal que ya no volvería a molestarme. Menos mal que ya se pudre en cualquiera de los infiernos en los que habiten los de su asquerosa especie.

Por fín en un nuevo principio. Ahora que sabía lo que supone ser humano, ser un peón en una guerra sin sentido, no podía más que alegrarme de volver a ser un espíritu libre, sin ataduras de carne y hueso, sin ningún tipo de dependencia, tan sólo un alma con una comprensión absoluta del universo, capaz de vagar por cualquier parte, de disfrutar de los colores, sonidos y formas de maneras que nadie vivo podría imaginar.

Miré afuera de la habitación, a través de la tenue neblina de la pared de hormigón, y allí estaba ella. Nunca la había visto como ahora. Su alma resplandecía, como siempre había hecho en cierto modo, aunque nunca fui capaz de verla de esta manera. Un vivo tal vez puede percibir levemente estas cosas, pero no es hasta que uno abandona la prisión de sus ojos que no puede ver la realidad tal y como es.

Con un simple vistazo pude apreciar la mera belleza física de su ser, pero esta belleza quedaba ofuscada por las formas y colores que revoloteaban formando su alma. Sus emociones, sus virtudes, sus pensamientos creaban una imagen que, incluso cuando ella no se movía, permanecía en constante fluctuación. La profundidad de los detalles de la imagen, la infinidad de los mismos, hacía el observarla casi hipnótico. Podría pasar la eternidad tan sólo mirándola.

Un reflejo de mi alegría rodeaba su ser. Ella sabía lo que la vuelta a mi estado vegetativo significaba, y compartía la felicidad que ahora mismo me embargaba. Tal vez la conexión que creamos entre nosotros le hacía capaz de percibir mi estado.

Toqué su alma por un segundo, y esa alegría en ella se incrementó. Con esa emoción la dejé allí, dispuesto a explorar la realidad hasta los límites conocidos con mis nuevos sentidos, dispuesto a apreciar cada uno de los milagros de la creación hasta el día en que la dama de negro decidiese acabar con el estado de mi cuerpo. Un nuevo principio, hora de flotar hasta límites desconocidos…


Fin

domingo, julio 29, 2007

De sueños lúcidos

Tengo que hablarte de los sueños lúcidos, esos en los que volamos por nubes del color del viento. Noche tras noche te llevaba en volandas por caminos de espuma rubia y humo gris. Consciente pero inconsciente, negándome a mí mismo la posibilidad de realidad del sueño, alcanzándote sólo en mis secuencias oníricas para no someterme al descontrol de la realidad.

Allí, en los vastos dominios de Morfeo, siempre podía trabajar con él y tejer una telaraña hacia tí, pero ninguno de mis viajes como onironauta puede ser ni remotamente parecido al suave vaivén del barco de nubes en el que me llevas ahora. Ahora sé que Morfeo me ayudó tejiendo una red en tus sueños hacia mí.

Y pensar que me colé por tu cabeza tanto como tú en la mía, que tus ojos me buscaban con el mismo ansia que hay en mí, con ese anhelo de saborearnos. Aún sigo creyendo que no ha sido más que otro sueño lúcido, pero ningún sueño me dejaría el recuerdo del fuego que sentí cuando decidiste hacer realidad la sed de mis visiones de siesta incompleta.

Y ahora no queda sino esperar a verte de nuevo y comprobar que fué real y no un sueño...