viernes, mayo 24, 2013

Oferta


Se busca: Diálogo elemental
Condiciones:
  • Experiencia mínima de cinco segundos de reflexión
  • Ilusión activa conversacional
  • Escucha sin prejuicios
  • Sentido crítico

Las palabras candidatas serán sometidas a valoración y debate racional, inclusive aquellas que no sean acordes con los puntos de vista de los participantes. La discursiva asociada debe ser clara, concisa y pertinente. El valor de las ideas aportadas será adoptado de manera subjetiva por los partícipes.

Se admiten oyentes, siempre invitados a ser partícipes cuando lo consideren oportuno.

Salario: Nuevas ideas al ritmo que se produzcan. Enriquecimiento personal a juicio del receptor.

domingo, abril 21, 2013

Odi et amo

Odi et amo. Quare id faciam, fortasse requiris.
Nescio, sed fieri sentio et excrucior.
--Gayo Valerio Catulo

miércoles, abril 17, 2013

Sed


Mira al infinito con la boca seca.

Bebe un litro de agua de golpe, y deja que se asiente en el estómago, pero nada. La boca sigue seca. Hay una sed que por mucho que beba jamás consigue apaciguar. Intenta concentrarse en algo más, pero la sed lo cubre todo.

A su izquierda, un borrón intangible. Le dice que mire adelante. Le dice que olvide la sed. Le dice que camine hasta la línea azul que se divisa al fondo. A su derecha, un bloque de hormigón sólido, una presencia permanente que le habla de las delicias del líquido que deja atrás. Echa un vistazo hacia atrás, a la línea verde. Desprende luces invitadoras, acogedoras. Pero ya ha bebido de ese líquido y no consiguió saciar su 
sed.

El líquido que se halla en la línea azul, por otra parte, hubo un tiempo que sirvió. Aunque nunca por mucho tiempo. La sed nunca se calma por completo, sólo por un tiempo. Puede que haya otras líneas de otros colores, que tengan líquidos desconocidos. Tal vez alguna de esas esencias ayude a calmar su sed.

El borrón de su izquierda tira de él. El bloque de la derecha le ata, pero sus ataduras son cada vez más débiles. Tras un segundo de incertidumbre, tira y arrastra esperando romper el hilo, y con pasos desgastados comienza a andar hacia la línea azul, guiado por un borrón intangible, arrastrando un bloque de hormigón.

Y siempre, siempre, con la sed insaciable en su mirada.

lunes, diciembre 24, 2012

Toc Toc.

Toc toc

Retumba una puerta en el fondo de mi cabeza.
Me asomo a abrir.

-Hola. ¿Qué tal? Venía a traerle un paquete. Firme aquí por favor.

Firmo con letras grandes y estilizadas. Nunca he escrito así, pero tampoco voy a firmar de verdad por un paquete que no me corresponde.

-¿Qué hay dentro? -pregunto.

-Sólo un poco de melancolía.

Abro el paquete y caigo dentro de él, hasta su fondo de arena y sal y romper de olas infinito. Brilla un fuerte sol de invierno en esta caja. Tras de mí, una muralla. Al frente, un espigón. A la derecha una cuesta que sube hacia la niebla impenetrable, a la izquierda una roca cuadrada. La roca-barco, la llamábamos hace ya una eternidad.

Una figura sentada en la roca mira hacia las olas. Viste con una sudadera verde y vaqueros, una pequeña mochila de piel a la espalda, larga melena.

Maldita caja de melancolía.

Miro hacia la niebla y de nuevo a la roca. La figura ya ha desaparecido. La niebla se levanta.

Levanto la cabeza y oigo el portazo al cerrar en las narices del pobre mensajero. Tiro la caja lejos, muy lejos. Con ella se va todo, se van todos, se queda la nada. Me acoge, me acaricia y me susurra al oído que todo irá bien. Me conforta, me arrulla y me dice que ya ha pasado.

Ya ha pasado. Ya vuelve la nada.

sábado, agosto 04, 2012

Ver a alguien morir es aburrido.

Pasar horas sentado al lado de una cama de hospital, esperando que pase lo inevitable, es aburrido.

Lo que ves ya no es una persona. Es un cascarón vacío de la persona que solía ser. Un cáncer que se detecta tarde es una sentencia de muerte, ya sólo es cuestión de tiempo.

Dicen los que lo han vivido en familiares, los médicos, los expertos, que es una cuestión de actitud. Los tratamientos y demás funcionan en la medida en la que tú luchas porque funcionen. Siendo realistas, diría que un páncreas ya contaminado por completo, un hígado a punto de ser obliterado y posiblemente una columna infectada no dan cabida a mucha actitud.

De todas formas él no se lo tomó bien en ningún momento. Llevaba más de un mes siendo un muerto en vida. Sin salir de la cama, sin querer comer apenas. Sin ganas de luchar. Pero ahora es aún más evidente.

Pasa las horas en un estado de duermevela constante. De cuando en cuando abre los ojos, y parece por un segundo ganar consciencia de quién es, de dónde está. Pero tan rápido como viene se va. Repite “No, no” una y otra vez. Se queja de dolores por momentos. Emite gruñidos y toses mientras sus órganos van poco a poco dejando de funcionar, mientras las infecciones toman el control de su último viaje.

Por un momento pienso si no sería más misericordioso coger la almohada y plantarla en su cara, apretar fuerte, dejar que la última gota de vida a la que inútilmente se aferra desaparezca por siempre. Ganar el odio de todos por un único acto de piedad.

Ese es tu monstruo de hijo.

Después de un ataque de tos abre los ojos y vuelve al mundo por un momento. Me mira, no me reconoce. Sonrío lo más tiernamente que puedo y le pregunto “¿Qué tal?” Pide agua, le doy un buche y vuelve a su duermevela. Quédate con esa imagen, padre, no veas al monstruo de tu hijo.

A veces habla solo, en sueños delirantes. Me pregunto con quién habla. Me pregunto qué le dirán sus fantasmas. Carga con las culpas de toda una vida, pero su única gran culpa según dijo hace años soy yo, tan sólo por no creer en su dios. Haber pasado toda una vida fallando expectativas ayuda, claro, pero al final del camino estoy donde quería él salvo por un detalle: su dios no es mi dios.

Su gran decepción, a su lado en la última cama que seguramente conocerá, en una amplia y vacía habitación de hospital. A qué esperas para morir, me pregunto. Ya no eres nada más que un cascarón de tu persona, ni siquiera consciente, ni siquiera capaz de reaccionar a lo que te dicen. Demasiado orgulloso para comer con ayuda, demasiado cabezón para dejar que te cuiden tu mujer o tus otras hijas. Reaccionando como un niño pequeño cuando acercan la cuchara de papilla a tu desdentada boca.

Que hago yo aquí. Soy su decepción, verme a mí no le va a dar paz ni tranquilidad a un cuerpo tembloroso e inconsciente. No ha estado vivo desde hace ya semanas, rechazando la posibilidad de lucha. Muriendo poco a poco. Alejando a su familia de su lado cuando se acercan a confortarte en el dolor. ¿Vale la pena aferrarse a la no-vida?

Ese cascarón ya no eres tú, y no siento apego ninguno por él. Verlo desvanecerse poco a poco es aburrido. Date prisa. Apaga del todo la llama. Acabemos con el trámite.

viernes, julio 06, 2012


-Qué te motiva
Qué fuerza te impulsa
A seguir y seguir y seguir. Navega un poco más lejos, un poco más, un poco más
Un susurro de viento me llevaba. Ya no lo escucho
Charcos de barro en el campo. Me gusta jugar con ellos
Salto, me mancho, me enfango. Me revuelco, siento cómo se forma costra marrón
Siento cómo la suciedad me cubre. Me quedo de pie. Espero la lluvia
La lluvia no viene.
Necesito limpiarme, purificarme, y la lluvia no viene
Ando hacia la hierba, me dejo caer, voy rodando al lago, que lleva al rio, que lleva al mar
Y sigo navegando, y por más agua que me rodea, la lluvia no llega
No me limpia, no me purifica
Sigo siendo un cascarón vacío de costra marrón. De barro.

lunes, abril 30, 2012

PUERTA


Escucho las sacudidas de la puerta, el tintineo de las llaves en la cerradura.  Me levanto, voy hacia ella, con miedo. Me mantengo detrás. Miro las llaves. Debería asegurarme de que está cerrado, pero las llaves tiemblan, y temo que al tocarla abra la puerta por accidente.

Pienso que ya he soñado esto antes. ¿Soy consciente de que es un sueño? No sé si lo he soñado, o si en el sueño pienso que ya ha pasado otras veces. Intento discernir algo, alguna identidad a través de la mirilla, pero fuera está oscuro y quien quiera que intenta entrar no está a la vista. Sólo sé que está agachado a la altura de la cerradura y me imprime la sensación de una presencia animal.
 
Intuyo que busca algo en el piso. Lo que busca no tiene que ver conmigo, pero si consigue entrar me matará. No entiendo nada. No hay nada en el piso. No hay nada, sólo mis cosas, algunos cuadros y una urna que quedaban cuando llegué, guardados en un altillo.

Estoy muerto de miedo, sé que si entra va a matarme. Me quedo acurrucado detrás de la puerta. Intento golpearla, pedirle que pare, pero no me sale la voz y mis golpes son muy débiles. Tengo miedo de que me escuche, aunque sabe que estoy aquí, al otro lado. No me atrevo a llamar a nadie. No me atrevo a moverme de detrás de la puerta. No me atrevo a tocarla, ni a tocar las llaves. La puerta retumba con sus intentos por forzarla. Pienso en lo que me va a costar dormir después de esto. Después de despertar de este mal sueño.

Al final despierto, esta vez de verdad, estoy en mi cama. Me quedo algo más tranquilo. Sólo ha sido un sueño. La puerta no ha temblado. Ni ha pasado otras veces. Creo no haberlo soñado otras veces. Sólo sé que la angustia era demasiado real. La impotencia demasiado real. Me queda un regusto extraño. Como si el que intentaba entrar a la fuerza, a fin de cuentas, fuera yo.