martes, abril 20, 2010

Nubes en la cabeza.

Nube de ceniza sobre Europa. Cómo no me había dado cuenta.

La verdad, cuando uno empieza a atar cabos y a originar este tipo de teorías catastrofistas en su cabeza está claro que algo empieza a no ir demasiado bien. Al final las cosas se explican fácilmente: La ingesta masiva de ficción de uno u otro tipo terminan afectándote al cerebro.

Pero me pareció haber experimentado una sensación extraña en la calle, cuando ví un resto en el suelo. Es por el hecho de fijarte en ese detalle en concreto. En esa piedra extraña entre los cuadrados de una acera. Y ver otra. Y otra. Ahí empecé a pensar en cosas raras, como suelo hacer. Me monto mi película, mi novela, en la que yo soy el protagonista. Y ando por la calle, llego a casa, me cambio, y aún estoy hilvanando una historia absurda cuando he vuelto de llenar la nevera.

Las piedras en cuestión tenían una forma como de media elipse, con algunos pequeños palos sobresaliendo. La razón me dice que seguramente no sean ni piedras, sino algún fruto seco o trozo de corteza de los abetos que corren junto a la M-30. Pero esa extraña forma. Ese olor a sal en mi cabeza. Ese aspecto de molusco...

Y hace un rato leo algo sobre la nube de ceniza. Alguna tontería. Pero hace click en mi cerebro, que automáticamente llega al molusco. Y a la historieta que me hizo montarme por la tarde.

Os contaré la historieta.

Es bastante mala, y, por supuesto, yo soy el héroe. Tranquilos, no me complicaré con la narrativa. No valgo pa eso.

Esos moluscos me hicieron pensar en cómo sería despertar y mirar por la ventana hacia la Torre Espacio, sólo para verlas a ella y a su imponente hermana sombreadas por una visión sobrecogedora. Algún tipo de criatura salida de la imaginación desquiciada de un H.P. Lovecraft con sobredosis de opio. La niebla ayuda.

En la historia soy el único que, en lugar de huir lo más lejos posible de la criatura, me empeño en acercarme. Siempre pensando que, total, para seguir viviendo un día a día monótono y absurdo más me valdría sufrir una muerte estúpida a manos de ese engendro. Eso o convertirme en el héroe friki cojo del día.

Eh, obviamente ni yo me lo creo. Pero es mi historia, menos quejas.

Total, me ahorraré la llamada a la chica de turno, las reuniones con grupos de gente y el duro trayecto (con coches a toda velocidad esquivando madrileños envueltos por el pánico y controles militares). El caso es que cuando llego al monstruo, me bajo del coche

-Ya. No soy yo el que conduce. No.-

me bajo del coche y me acerco a la mole.

La verdad es que no la he visto moverse en ningún momento desde el inicio del día. Simplemente estaba ahí. Es un coloso. Un gigante. Una montaña recién despertada de un largo sueño. Mira hacia mí con la trayectoria de las constelaciones durante milenios en sus negros ojos de obsidiana. Me mira y ruge, y la misma tierra tiembla y me hace caer, pero sigo acercándome.

Al final vuelve a rugir... Le miro y le digo: 'No te entiendo... Lo siento'.

Me mira... Ya no ruge. Parece estudiarme. Y tras una larga pausa, siento las palabras como vibraciones en mi pecho, preguntando ¿por qué no tienes miedo? Le respondo que sí, tengo miedo. Pero no podía perderme algo tan espectacular por mi miedo. Aunque me llevase a la muerte.

En un segundo tiembla todo a mi alrededor... Son sus palabras, se traducen en mi cabeza. De ellas logro distinguir parte de su historia, de qué es, por qué existe, y por qué se levanta. No recuerdo todo lo que inventó mi cabeza mientras me contaba a mi mismo la peli, pero alguna que otra cosa sí me quedo clara. Es un representante. Uno de los seres primigenios que componen las fuerzas naturales de este planeta. Un avatar de la tierra, la roca y la montaña, por así decirlo. Recuerdo que había otros avatares que me mencionó. El mar tiene el suyo propio, así como los ríos, o los bosques, la tormenta... Y el Magma.

Nube de ceniza que cubre Europa. Cómo no me había dado cuenta. Los moluscos. Entes olvidados desde hace milenios. Volcanes, terremotos, lluvias torrenciales. Y avatares que se levantan de su largo letargo.

Igual ya es hora de un conflicto. Igual es momento de extinguirnos, y dejar que se levanten los avatares, los auténticos dueños de este planeta, los desastres naturales, tsunamis, terremotos, volcanes, glaciaciones y demás cosas demasiado grandes como para dejar que nuestro ego crea eternamente que son nuestra propia culpa. Igual es hora de dejar de luchar con y contra la naturaleza, y de simplemente dejarle que absorba este asqueroso mundo. Que hunda corporaciones, gobiernos, fronteras.

Ah, si. De eso iba parte de mi conversación con el avatar de roca. Me preguntó:¿Qué quieres? Y le dije... cambiar el mundo. Robárselo de nuevo a aquellos que no escuchan. Pero sin violencia. Quiero enseñarles a escuchar. A mirar. Quiero que sus cerebros aprecien lo que nos rodea, y que sus ojos pierdan la venda del egoismo, de la avaricia, del culto al yo y al tengo más.

Je. Otro sueño. Héroe, profeta o portavoz. El mismo culto al yo manifestándose de otra forma.

d) Ninguna de las anteriores.

Sólo un mono con teclao.